Con la sala de cine, a media capacidad, comenzó la proyección de la película Ya no quedan junglas. En el fin de semana de su estreno consiguió 99.300 euros, 14.258 espectadores y un rendimiento por copia de 396 euros. La película dirigida por Luis Gabriel Beristáin es entretenida. Nos cuenta la historia de unos personajes fuera de la ley que se ven obligados a tomarse la justicia por su mano, porque la ley no cubre sus necesidades de seguridad. Un film sólido de cine negro español.
La historia es un guion de Juma Fodde, basado en la novela de Carlos Augusto Casas.
La inmersión en este mundo marginal —poblado por prostitutas, proxenetas, agentes corruptos, narcotraficantes, abogados de dudosa moral y exmilitares— resulta convincente. La construcción de estos personajes al límite es, sin duda, uno de los grandes aciertos de la película.
La violencia explícita de algunas escenas. La crudeza de algunas secuencias, sangre a borbotones, me inquietó y me pareció que describe con eficacia el sadismo de la ciudad sin ley. Ha sido calificada como un thriller de acción y violencia explícita.
En lo personal, no me gustó la ciudad elegida para situar la acción. Quizás San Sebastián, en mi imaginario, no es el ejemplo de ciudad sin ley, una decisión que quizás se deba a condicionantes de producción.
En el plano técnico, la fotografía es impecable en su ejecución formal. Sin embargo, en mi opinión, su claridad choca con la atmósfera requerida. Creo que la propuesta visual habría ganado fuerza dramática con una estética más oscura, sucia y granulada, que reflejara mejor lo turbio de la trama.
La tarde se volvió sombría al salir de la proyección. Con la noche oscura, se me enturbió el ánimo, lo que me obligó a mirar con recelo cada esquina de sombra en el paseo de vuelta a casa. No en vano, en esta ciudad hubo un tiempo en el que la propia policía local se confundía con los grupos operativos en el entorno sin ley. En definitiva, Ya no quedan junglas trata de cine negro español, de buena factura, que nos obliga a mirar lo que ocurre en los márgenes de la ley, o quizás a entender que Ya no quedan junglas adonde regresar.
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