Con pocas personas en la sala, la película de Fernando Colomo, "Las Delicias del Jardín", te saca alguna sonrisa. Su estreno ha sido flojo, ha recaudado 34.000 euros con 117 copias en circulación. El guion, coescrito por Colomo y su hijo Pablo cuenta historia de un padre y un hijo, ambos pintores y necesitados de aventuras amorosas, recuerda al cine madrileño urbano de los ochenta y a algunas secuencias de Woody Allen. Las desventuras para ligar, el padre usa su experiencia como pintor y el hijo, con su búsqueda de relaciones por las redes, resultan simpáticas.
Detalles que, me hicieron amable la película:
- Me ha entretenido el juego con el arte abstracto en dos niveles. El teórico: Ante la imposibilidad de pintar cuadros figurativos, la creatividad se enfoca en lo abstracto, y el económico: el juego de las galerías y las subastas de arte, donde
donde lo primordial es vender
- Ver a Antonio Resines hacer de Resines: el eterno inseguro que se debate entre sí "¿bebo o no bebo?" o "¿me divorcio o no?", etc.
La aparición de dos artistas haciendo de sí mismos: pintor realista Antonio López y la del pintor muralista Javier de Juan.
- El chiste cinéfilo en el que la música extradiegética se vuelve diegética, rematado con el detalle de la propina. La banda sonora es obra del compositor Fernando Furones
- El baile coreográfico, un guiño a la película de la Nueva Ola Francesa Bande à part (1964)
- El chico que tunea una furgoneta para poder pernoctar en el campo, un detalle que me agrada porque conozco a jóvenes con esa pasión.
- Que el director de fotografía, José Luis Alcaine, sea un experto en el cuadro de El Bosco, El jardín de las delicias. Como estudioso, él mismo tiene una conferencia en el archivo del Museo del Prado explicando todo su contenido figurativo. Conferencia: El teatro de los Milagros y los Misterios y la pintura de la Edad Media.
- Que la película esté rodada con teléfonos móviles.
En general, pasé un buen rato. Me he reído con los equívocos seductores de los machirulos, por ser referentes bastante ciertos y acertados.
La metáfora de Saturno devorando a su hijo, que sobrevuela toda la historia, puede interpretarse como la lucha generacional que está de moda hoy; bueno, es una interpretación mía. Aunque lo que queda patente es la imposibilidad de vivir hoy de forma independiente del poder del dinero, ya que los protagonistas acaban viviendo en un submundo, en un garaje: uno como divorciado y el otro como joven en busca de su incierto futuro.
La forma técnica.
Charla de José Luis Alcaine, director de fotografía junto a José María Aresté, director de DECINE21 sobre este proyecto.
Hemos usado móviles con cámara Leica, estos móviles dan bastante bien en una pantalla grande.Una forma de trabajar que ofrece mucha profundidad de foco, con dos consecuencias: todo el cuadro tiene foco y da libertad de movimiento para los actores. Se puede trabajar sin marcas en los suelos que condicionen el trabajo de interpretación.
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