1 de enero de 2010

CHAPLIN EL MAESTRO DE LAS EMOCIONES



El último día del año la televisión repetía esquemas: imitadores, refritos de chistes, videoclips y sucedáneo de fiestas en directo. El amo del mando en la casa daba vueltas y vueltas, cuando apareció en una pantalla en blanco y negro, el hombre del bigote: Charlot. Ya no pudimos volver al color.

Mi hijo se enganchó a las emociones que se proponían en la pequeña pantalla. Antes de las uvas vimos en la cadena Arte (pública franco-alemana) dos películas seguidas: La Quimera del oro y El Chico.
Tengo en casa todas las consolas, Nintendo DS, Wii, PlayStation, ordenadores y canales de Disney. Mi hijo juega con todo. Esta noche no apartaba los ojos de la pantalla, de televisión, Charlot el hombre del bigote le llevó, nos llevó, de la mano, por las emociones más cercanas y sinceras: obsesión por el dinero, el amor inocente, la soledad, la ilusión de la familia perfecta, etc.

Es el cine clásico el que nos proporciona, en películas como estas, instantes cargados de emociones elementales, de humanismo a raudales. Charles Chaplin un maestro.

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