En el blanco y negro del año 1943, "I Dood It", "Marido por accidente", la segunda obra del director Vicente Minelli, nos transporta a una época donde el cine se nutría de las estructuras del teatro. Con formato cuatro tercios, no figura en el catálogo de los críticos más reconocidos, pero que a mí me ha gustado.
He disfrutado con su teatralidad, eco de un tiempo en el que el lenguaje cinematográfico encontraba inspiración directa en la escena teatral.
Las secuencias, con los actores rozando el estilo del cine mudo (al parecer, asesorados por el mismísimo Buster Keaton), me trajeron a la memoria la figura de Pepe Viyuela.
El visionado de "I Dood It" ha sido un grato viaje al pasado del cine y en el que me he sentido muy cómodo en la butaca como aficionado al séptimo arte.
- Me ha resultado grato descubrir que la música subraya de forma muy evidente las acciones cómicas de los actores. La banda sonora funciona como una hábil batuta que, no solo nos propone las actuaciones musicales, también orquesta la comedia y subraya con maestría las acciones de los actores. La música no solo acompaña, sino que es en un personaje más, la orquesta y los números musicales forman parte del atractivo de la película.
- Los números de danza, filmados en planos largos, nos permiten apreciar en toda su extensión las destrezas de los bailarines. El montaje es sencillo, con muy pocos cortes deja que el ritmo lo marquen el contenido de los planos.
- Un momento particularmente memorable es el "baile del lazo", una acrobacia que combina danza y circo. La fluidez de los movimientos y la sincronización de los artistas son un testimonio de su talento y dedicación. La cámara en todo momento describe lo que sucede en la historia, pero no toma partido en la acción.
- La película nos ofrece un retrato de la sociedad de la época.
- La energía contagiosa el bailotear del público en las primeras escenas musicales. Ver como los espectadores de un teatro bailaban sobreexcitados, refleja el necesario optimismo que reinaba en América del Norte durante la Segunda Guerra Mundial.
- Como se recogía dinero para sufragar la guerra. Los productores organizaban fiestas benéficas en las que las actrices se dejaban besar en los labios, se morreaban con señores por un puñado de dólares, a cambio de donaciones para apoyar la causa bélica.
- Los villanos, representados como figuras oscuras y amenazantes, simbolizan el terror, la amenaza que acecha al mundo. En contraposición, los buenos, triunfan y vestidos de blanco, cierran la historia bailando en multitud cerca de un blanco buque cañonero.
Os dejo unos clips por si queréis disfrutar o criticar.
El baile del lazo:
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