19 de diciembre de 2023

Ken Loach, como un viejo roble


Mientras más viejo, más fuerte. Ken Loach, director de cine y de televisión británico, portador de la sabiduría popular. Ha rodado la película El viejo roble ambientada en un antiguo pueblo minero, que muestra la solidaridad entre los desafortunados.

Todos los protagonistas de esta historia han vivido tiempos mejores, más plenos. Ahora su presente se encuentra vacío y su futuro tiene que construirse a golpe de decepción. El enfrentamiento entre iguales es una distracción, un escape de la realidad. El guionista (Paul Laverty) muestra que la dignidad y la solidaridad son parte de la solución. Un final optimista augura que se comienza el camino.





La dirección es sencilla, sin recurrir a efectos innecesarios. Una planificación sobria, que nunca deja visible su artificio estético. Por lo que siempre está presenta la mirada y la expresión de los personajes.
Me llamó la atención el uso del horizonte en las escenas del mar. En una, el horizonte está bajo, debajo del eje central de la pantalla, mostrando un mar calmado, tranquilo. En otra, el horizonte está elevado, pegado a lo alto de la pantalla, con un mar inmensurable. En el primer encuadre las emociones son más optimistas, con el segundo nos llegan las sensaciones más oscuras. Me hizo pensar en el consejo de Ford a Spielberg.



También me han sorprendido las vistas del pueblo y de las personas que lo habitan a través de los ojos de los fotógrafos. Las imágenes en blanco y negro de una localidad minera fotografiada años antes y el pueblo actual. Un juego en el que las personas son lo más verdadero del contenido de cada imagen, donde la autenticidad de las personas que la habitan hacen la ciudad. Me recordó al programa de Calleja, Volando voy, donde rescata a significativas personalidades de los pueblos que visita.

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