26 de julio de 2025

La pureza de un héroe, Superman.

Éramos pocos en el cine. Claro, con la película en tantas salas, era lógico que los asistentes se dispersaran. Este fin de semana, con 2.395.302 € espectadores en 362 cines.
Y, la audiencia estaba muy agitada; los niños armados con cubos de palomitas, los padres inquietos y los adolescentes parlanchines que comentaban la película como si estuvieran en un chat. Mención aparte para los solitarios de siempre, esos anónimos que van al cine a refugiarse del mundo… o del calor de estos días. *Superman*, la última obra del director James Gunn, cumple su misión: entretener y, sí, nos entretuvo un poco.

Los malos eran muy malos y los buenos, buenísimos. Los héroes las pasan putas (aunque con buen peinado), y los villanos (con poco pelo) gozan haciéndolos sufrir, provocando desgracias hasta el final, cuando –oh, sorpresa– el bien triunfa y los buenos ascienden al cielo.

Lo que me ha gustado:
  • La música. La típica con la que el compositor subraya y apoya las emociones previstas en las imágenes aquí es fundamental. El icónico tema creado por John Williams a finales de los años 70, es de construida y reconstruida con respeto por John Murphy and David Fleming. Estos compositores crean nuevos temas con los que describen la personalidad de los diferentes coprotagonistas.  
  • Los efectos especiales. Por su cantidad y calidad que te hacen disfrutar de la bondad y la violencia de las acciones. Superman Behind the Scenes Look
  • Ritmo trepidante: Una sucesión de espacios y acciones que no te dan tiempo a preguntas sobre la física de los agujeros negros. La película es una montaña rusa emocional y visual, sin pausas para la reflexión.
Lo que no me ha gustado:
  • Los tópicos del guion. Los villanos son malos porque sí, y los héroes lo son sin fisuras. Los diálogos de cartón piedra, de manual de autoayuda: 
    • "Tus elecciones, tus acciones, eso es lo que te hace ser quien eres".
Es curioso, el tratamiento que se da a los padres. Unos padres superlimpios, impecables  y correctos que abandonan a su hijo con unos granjeros de la América profunda, Los padres biológicos son seres de luz y ciencia; los adoptivos, gente ruda que, entre la cocina y el porche de la granja, inculcan valores a base de sentido común y sudor.

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