Con la sala predominantemente ocupada por un público femenino, espectadores que ya no cumplirán los cincuenta, asistí a la proyección de "Vermiglio", la obra cinematográfica de la directora italiana Maura Delpero.
Esta película la inscribo en la tradición del cine de autor europeo, que cuenta la historia de una familia compleja con un final agridulce. Ambientada en un pintoresco pueblo de las montañas del norte de Italia, la trama sigue a la extensa familia de un maestro, aislada de la violencia física, aunque no de la psíquica, que desata la guerra, la Segunda Guerra Mundial. La llegada de uno de los hijos soldado herido, a hombros de un compañero Siciliano, recompone la dinámica familiar.
Me gustó:
- La planificación, la cámara mira, observa, pero no toma partido, describe y contempla lo que sucede en la comunidad pasando desapercibida, quizás esta forma de situar la cámara tenga que ver con el pasado documentalista de la directora.
- La representación de la guerra, siempre presente en la película y "en off", la descripción gráfica de todos sus horrores. Una guerra contada, sin bombas ni grandes batallas.
- La perspectiva femenina que se despliega en el entorno rural, especialmente cuando los jóvenes se marchan a la contienda. Los personajes viven situaciones complejas con mucha dignidad, como por ejemplo la forma de servir un cazo de leche.
- La poderosa metáfora visual de las ubres de la vaca, como base del sustento familiar en la alta montaña, donde la escasez de alimentos es aguda durante el invierno. La naturaleza y la maternidad de la mano con una fuerza que hace reales a las imágenes, y las desnuda de toda ficción.
- Los susurros con los que se habla en muchas de las secuencias, sobre todo en las que participan los chicos. Hacen que estas sean más emocionales e intimas. El coro de niños que subraya las emociones de la historia, con sus miradas y con sus preguntas.
- La ilustración diegética de la música, su aportación interna a las emociones del relato, por ejemplo: la escucha de las cuatro estaciones.
- "Me gustan mucho las situaciones en las que todos tienen algo de razón, porque hacen que nunca dejemos de cuestionarnos. En la escena del disco, Adele tiene razón: la urgencia de la familia es alimentar a sus hijos y defenderlos de las enfermedades que trae la guerra. Pero, qué padre no querría que sus hijos asistieran a una lección como la de Cesaresobre Vivaldi? ¿Quién no está de acuerdo con introducir a los jóvenes en la belleza del arte que salva al mundo, especialmente en momentos en que este último está devastado por el nihilismo de la guerra?" Maura Delpero
No me ha gustado:
- El tono sombrío y grisáceo que permea la película, con una paleta de colores de-saturados que se extiende durante todo el metraje. De esta corrección de color no se libran ni la primavera ni las secuencias del sur de Italia. Según el director de fotografía Mikhail Krichman y la colorista Veronica Tiron es algo que decidieron junto a la directora. FilmLight - The Look Behind Award-Winning – Vermiglio
- El melodramatismo excesivo que a veces eclipsa la sutileza de la narrativa.
Al terminar la proyección, redescubrí la magia del visionado colectivo en una sala de cine. El visionado en grupo tiene algo de especial, donde las emociones se entrelazan como hilos invisibles. La respiración compartida, los gemidos y las lamentaciones resuenan como una banda sonora en la sala. Han sido especiales y memorables: los grandes suspiros de las mujeres ante el anuncio de un octavo embarazo de la madre, el primer plano de un bebé o el ingenioso juego de letras que transforma "Antonio" en "Antonia" añadiendo el rabo en la "o" de un bordado.
Sin duda, una experiencia digna de una sala de cine.
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