28 de octubre de 2017

LA SENCILLEZ DE KAURISMÄKI



Aki Kaurismäki es un narrador especial, me agrada la sencillez con la que trabaja. El otro lado de la esperanza, es la última película suya con la que he disfrutado. Sus películas son otra cosa, sin efectos digitales, ni alardes fotográficos, no usa trucos de montaje ni grandes postproducciones de sonido. 

Historias protagonizadas por personajes corrientes, que viven en los bajos de los edificios de nuestras ciudades. El otro lado de la esperanza es una historia que recorre las ciudades de Europa, aunque nos cueste verla cuando miramos entorno nuestro.
Kaurismäki describe una realidad clara, limpia y diáfana. Los protagonistas son adultos, siempre con un pasado a sus espaldas. Y optimistas en su futuro, plenos de romanticismos plateados. Son adultos que abren nuevos negocios, que ayudan a los desfavorecidos, optimistas cotidianos. La historia, una sociedad vieja y asustada frente a unos migrantes que quiere crecer y desarrollarse.
Su técnica de trabajo es sencilla. No utiliza grandes aparatos para iluminar, es claro en el momento de ilustrar un plano. Hay propuestas de luz que con un solo foco lateral transmite toda la dimensión significativa necesaria para interpretar el plano y su contexto. Los encuadres que utilizan son sobrios y clásicos.
La puesta en escena es donde más rebuscado se muestra el director. El atrezo de las secuencias tiene un sorprendente tono "retro". Nos sitúa en un incierto tiempo pasado, acorde a la edad de los protagonistas. Las localizaciones, los muebles, la ropa, todo es actual y aún así, nos parece traído desde el ayer para llenar de emociones las secuencias.


La música es justificada, diegética, muchas de las veces. Con referencia directa a los interpretes, concreta dentro de los planos: un músico callejero, un concierto en un bar, un concierto en la calle, otro concierto en un restaurante, un protagonista que toca el saz para dejar evidente su melancolía.
Parte de la magia del cine de Kaurismaki también está en el uso que hace de la música. "Me gusta muchísimo la música y sé bastante de música. Cuando es el momento de montar la película, voy a mi fonoteca y empiezo a escoger. Luego hago mezclas y siempre funciona. Yo monto mis propias películas, lo que me permite incorporar todo lo que me viene a la mente. Si me gusta una canción, pregunto al sello por ella y me dicen que cuesta millones, yo les respondo que no tengo millones. Si me dicen que es que cuesta millones, les mando a la mierda y escojo otra cosa. Y así no les tengo que pagar".
Aki Kaurismäki es un narrador sencillo, que no simple. Su forma de trabajar impregna sus historias. En este vídeo del rodaje de El otro lado de la esperanza  se ve su forma de rodar.

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