Domingo al calor de la musica

Los domingos suelen ser días abiertos, sin caminos trazados que recorrer. Y, si son de agosto, más inciertos. Los senderos por los que transcurren no tienen principios ni señales a los lados uno nunca sabe dónde acaban.

En el blog de marea verde nos dicen que La educación musical puede desaparecer si no se modifica este proyecto de ley.  Juan D. Martín Sanz. 

El blog la placenta del universo nos presenta a José Antonio Abreu y su sueño: orquestas que poblarían Venezuela formadas por niños y jóvenes de los barrios y aldeas más pobres del país. La música les sacaría de la pobreza, de la violencia, de las drogas, el hambre y la delincuencia. Y lo ha logrado.

La verdadera pobreza no es la falta de pan, ni de techo, la verdadera pobreza viene de la sensación de no ser nadie. Yo lo veo constantemente. Cuando un muchacho toca por primera vez ante sus padres, ese día nace un nuevo ser humano. Se produce una revolución en la vida del niño: a partir de entonces es alguien, adquiere una insólita dignidad que da lugar a una especie de constelación de anillos en la que se agrupa su familia; después, los vecinos, la gran comunidad, el gran anillo que lo protege.

He pasado una hora viendo el documental El sistema de Paul Smaczny, Maria Stodtmeier que cuenta como se ha desarrollado este sistema de orquestas juveniles que ha transformado la vida de miles de niños en Venezuela y ha resultado una experiencia muy positiva.

Ha sido una sencilla manera de combatir el calor del mes de agosto. Y de llenar la mochila de optimismo.