25 de diciembre de 2014

Un mensaje elemental



La presentación visual del mensaje de Navidad ha tenido una factura poco convincente. Las imágenes que componen la cabecera son muy elementales de diseño, tratamiento y composición. La transición entre los elementos icónicos que la componen resulta naif, incierta desde mi punto de vista poco realista para las posibilidades de diseño que existen. La presentación no es convincente, hace evidente su artificiosidad caduca, lo que resta veracidad al mensaje.

La puesta en escena me parece acertada: simple, sencilla y austera. La planta de Navidad y el rincón de la casa con las cortinas, las lámparas y un esbozo de árbol de Navidad no son ningún elemento de distracción para el espectador, lo que facilita que este se concentre en el mensaje.
Como elemento significativo dentro del encuadre encontramos las fotos de familia, padres e hijas y una de la pareja en solitario. Yo no puedo dotar significado a las ausencias, esas fotos de otros familiares que no entran en el encuadre, pero seguro que cada uno tendrá el suyo.

La mirada constante a cámara permite la comunicación directa con los ciudadanos, facilita la transmisión del mensaje. Aunque el realizador pierde esta mirada en el plano de la despedida y, esta queda un poco desdibujada.


El maquillaje excesivo, los juegos de retoque de la barba le convierten en un personaje menos veraz, los recortes evidentes de cejas le hacen un personaje más de ficción y menos real. Creo que los arreglos de la barba y las cejas y la capa de maquillaje distancian a los espectadores.


Las cámaras están bien situadas, frontales al Rey con un ligero contrapicado, que ensalza la figura del monarca. Los movimientos son armónicos y acertados; siempre con un desplazamiento, ya sea de óptica o de eje de cámara, hacía el interior del encuadre. Utiliza la grúa, una pequeña grúa que dinamiza con su movimiento el componente estético del discurso. 

En el comienzo de la tercera parte del discurso nos ofrece un plano general del salón, en el que nos encontramos, una bandera de España, una foto del Rey con sus padres y un belén. También hay dentro del cuadro un sillón vacío tapizado con una tela roja carmesí. Este plano me parece más acertado utilizarlo en el comienzo del discurso, como continuación del exterior del palacio que componen en la cabecera y nos daría una imagen más próxima del monarca: con una imagen más cercana, sería una señal de proximidad con la que se nos invitaría a compartir unos momentos en el salón de casa, sentido que pierde al situarse en el centro de la narración. Y también sería con un movimiento de cámara inverso el plano de salida, de cierre ideal.


El montaje es correcto. Los cortes no siempre pasan desapercibidos, algunos cortes entre planos son bruscos y ralentizan la linealidad del discurso.


El rojo carmesí que domina toda la puesta en escena creo que es excesivo, con una presencia en tiempo y espacio mayor que la que tiene la bandera española. La bandera que identifica al monarca domina en tiempo y en imagen sobre la bandera que representa a todos los ciudadanos de este país. 
El bloque de imágenes que componen la cabecera de salida del mensaje no es equivalente a la entrada, no mantiene la estructura de imagen que nos propone en el comienzo: bandera española, palacio, bandera del monarca, escudo y entrada frente a la estructura de salida bandera española, bandera del monarca y escudo.


Para ampliar reflexiones sobre el discurso:

No hay comentarios:

Publicar un comentario