Ayer me lo pasé muy bien viendo la comedia española Ocho Apellidos Vascos. Llena de tópicos y de lugares comunes me resultó divertida la disparatada historia de amor entre una vasca y un andaluz.
Emilio Martínez Lázaro dirige con maestría la película. Este director ya ha sido referente humorístico en otros tiempos, por ejemplo Al otro lado de la cama le quito el miedo a cantar y bailar a toda una generación.
Es una película de buena factura. Como si la industria de este país estuviera asentada y todos los profesionales trabajasen con continuidad y encadenasen proyectos unos detrás de otro. Un proyecto audiovisual elaborado por experimentados técnicos de oficio: guionistas, directores, actores, cámaras, equipo de sonido, etc.
Hay que pensar en un premio para Álvaro Agustín el responsable de TeleCinco Cinema:
Una historia que llena las salas de cine, muy aceptada aceptada por el público. En estos momentos es la tercera mejor taquilla del cine español sólo por detrás de Los Otros (€27,25M) y Lo Imposible (€42,38M) y es la quinta película española más vista en los últimos quince años.
Dejo para los sociólogos la respuesta a la pregunta: ¿por qué las salas se llenan de espectadores que buscan sonrisas con la crisis que tenemos? ¿Reírse con las diferencias las hace menos radicales?
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