9 de diciembre de 2012

Los Taviani viven



César debe morir es un ejercicio de estilo bien resuelto. Con una premisa de salida: una obra de teatro clásica, un grupo de actores nuevo y un espacio inusual la cárcel.
Los hermanos Taviani construyen una película sencilla que gusta, la sala estaba llena, todo un éxito para los tiempos que corren.

El blanco y negro domina toda la película, da paso al color en los momentos de la representación teatral. Esta textura monocroma subrayada por una luz dura dota a los actores de una marcada personalidad, las arrugas se convierten en surcos, remarcados que resaltan la historia vivida por cada uno de los actores en sus vidas más privadas.
La posición de las cámaras enfatiza las emociones utilizando ángulos contrapicados para engrandecer la personalidad de César y picados para pegar a los personajes a las paredes de la cárcel.
El juego de utilizar diferentes espacios del recinto carcelario (biblioteca, pasillos, patios, etc.) dinamiza mucho la historia y facilita que el espectador el entorno vital de los actores protagonistas.

Entorno a los ochenta años tienen estos dos hermanos, dos directores italianos a los que su edad no impide realizar alardes de estilo, como si estuvieran recien salidos de la escuela de cine.





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