17 de septiembre de 2012

Salvados se hace clásico


Con una realización muy clásica Salvados es buena televisión porque entretiene, informa y forma.  Utiliza tres cámaras para cada entrevista, las coloca de forma muy ortodoxa: una para el entrevistado, otra para el entrevistador y otra para los planos generales. Los encuadres no son excéntricos y los movimientos de cámara pasan desapercibidos. Esta estructura facilita que el espectador participe en las reflexiones que le proponen.

Para que el diálogo entre los protagonistas sea más espontáneo, no utiliza micrófonos de corbata, resuelve las necesidades de sonido con una pértiga, el espectador no percibe el micrófono en las solapas de las camisas y la conversación se hace más veraz.
Pone en práctica las consignas del cine clásico: los alardes técnicos y estéticos no deben distraer al espectador de la historia, permanecen ocultos.

El programa debe tener un presupuesto aceptable, contando por encima: mínimo seis personas desplazadas a tres ciudades distintas, tres cámaras alquiladas en cada desplazamiento y varias jornadas de montaje elaborado, con muchos brutos y con una selección muy meticulosa. El programa no sale gratis y en estos tiempos que todo es ahorrar es de agradecer, se nota en la calidad.

Jordi Évole sabe de televisión, recuerdo su papel "el follonero" en los antiguos programas de Buenafuente. Surgía entre el público, pedía la palabra y con sorna y gracia corregía a su jefe los fallos que tenía en el programa. 



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